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jueves, 21 de junio de 2012

Hemos abierto la caja de Pandora

Pocas veces se juntan en un mismo viaje tantas expectativas, y pocas veces éstas no solo se superan sino que alcanzan nuevas cotas de proyección. Desde hacía tiempo, la montaña del Matterhorn, en Zermatt (Suiza) se había convertido en una especie de icono obsesivo, en un símbolo de la palabra, el concepto, la filosofía MONTAÑA. La vi por primera vez en directo hacia el año 91, y me impresionó. Pero no sabía que aquel fugaz avistamiento, que duró poco porque en seguida se cubrió de nubes, iba a extender un virus en mi organismo llamado Matterhorn que no se curaría hasta que no volviera a ese lugar montado sobre una bici.
Riffelberg, 2.500m

Veintiún años después de aquella visión, y con algunos miles de kilómetros recorridos en bici por bastantes lugares, se presentó la ocasión de saldar esa cuenta pendiente con la montaña. No estamos hablando de alpinismo, por supuesto, pero en nuestro caso rodar por los alrededores de una montaña así equivale a conquistarla. Y esa ocasión se ha presentado hace una semana.

Ahora, ya de vuelta a casa, todo lo que se pueda contar de este viaje no serviría para describir lo que es aquello. Un alpinista volvería del Himalaya exclamando "¡Aquello es el infierno!, pero... lo hemos conseguido". Sobre Zermatt y el MTB, yo digo: "¡Aquello es el paraíso!, y... sólo es la punta del iceberg". Hemos abierto la caja de Pandora y ya nada volverá a ser como antes. Después de Zermatt, cualquier sendero nos sabrá a poco a Simon y a mi. Como el replicante de Blade Runner, yo digo que hemos visto cosas que vosotros no creeríais: singletracks kilométricos al borde del abismo. He escuchado derretirse los glaciares al paso de nuestras bicis, y he comprendido el significado de la palabra flow a más de 2.000m de altitud. Todos esos momentos quedarán para el recuerdo... ¡¡en un próximo vídeo, un próximo álbum de fotos detallado y un posible reportaje en una revista!!

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